Mi experiencia con el opus dei



LOS PREJUICIOS NOS PONEN TRAMPAS



Trabajé dos años como profesora de música, tiempo completo, en un colegio del Opus Dei. No supe cómo, ni cuándo... Pero esta experiencia me cambió, y me sigue cambiando, incluso poco más de un año después de renunciar para dedicarme a escribir canciones.


El Opus Dei sonaba a algo lejano, extremo, cerrado... Como a secta religiosa que da miedo. Recuerdo decir en la entrevista "yo no voy a la iglesia", "no le creo", y hablarles con sinceridad de mi pasión por la música y también de la libertad como un valor importantísimo para mí. Pensé que no me elegirían... Pero no solo quedé, sino que me sentí aceptada, escuchada, valorada en mis conocimientos de música, como nunca antes.


Cantaba las misas con mucho gusto, me esforzaba por hacerlo bien. Disfrutaba de la sobriedad y la atención al detalle del Padre. Él estaba presente en cada palabra, en cada gesto. Su voz tenía una musicalidad bellísima. Nunca había escuchado a un sacerdote hablar con tanta dulzura y firmeza.


Para mi sorpresa, me agradaba mucho cuando teníamos charlas sobre la iglesia, la fe, la doctrina. Desde que soy muy pequeña, me he considerado "no creyente". Y hay muy pocas cosas que me gusten menos que una misa... Pero si uno siendo amante de la meditación, de las historias bien contadas, de la compasión y del arte, no se conmueve en este pequeño ritual y sí en uno de otra cultura, es una persona con una mente muy cerrada.


Preguntaba con genuina curiosidad sobre temas polémicos para ellos y en los que claramente pienso muy diferente. Lo que más me sorprendió fue la capacidad de escucha. No solo son personas muy inteligentes y con amplios conocimientos sobre filosofía, antropología, literatura, historia; son también personas que cuidan las palabras y las emociones, que valoran la belleza del silencio y el poder de la música para elevar el alma.


Se me parecen a mi amigo y cantante favorito más ateo de todos. Se me parecen en la coherencia. Es un valor tan raro que cuando lo veo en alguien, nunca lo olvido y lo convierto en una brújula. Siento que la verdad es tan hermosa y compleja que acepta y necesita de estas aparentes contradicciones.


A veces entre las personas que se llaman a sí mismas "de mente abierta", encuentro una absoluta resistencia a cuestionar sus propios principios. Cuando me veo allí reflejada, me cuestiono. Algunas de estas personas conservadoras, católicas, del Opus Dei; son más abiertas, amables, tolerantes y sensibles, que algunas personas que se ponen estos calificativos con descaro.


Esto no es una defensa de la religión, yo de ese tema, no sé nada y ni siquiera sé aún mi propia posición...


Esto es una defensa de la coherencia, la capacidad de escucha, la tolerancia, la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza. En la superficie, los prejuicios nos ponen trampas todo el tiempo.